En el Ebro “duermen” nada más y nada menos que 700.000 toneladas de
productos residuales tóxicos y radiactivos (metales pesados: mercurio,
níquel y arsénico, y radionucleidos: contaminación radiactiva.
FLIX (TARRAGONA): 700.000 TONELADAS RADIACTIVAS Y DE VENENO POR
SACAR DEL RIO EBRO, TRAS DE 12 AÑOS EN QUE SE DESCUBRIO EL PASTELAZO
“Acción Civil” es un telefilm del 1999 dirigido por Steven Zaillian, e
interpretado por John Travolta en el papel del abogado Jan
Schlichtmann, que trata del envenenamiento de personas, donde mueren 8
niños de leucemia, como consecuencia de vertidos residuales, a un rio,
de compañías que manufacturaban pieles; concretamente por una sustancia,
que se arroja o se filtra al rio, llamada Tricoetileno. Cuyos hechos
reales están basados en la Nueva Inglaterra, concretamente en una
localidad de Massachusetts. Un tema, por cierto, que ha sido abordado en
el cine en varias ocasiones, por otros sucesos similares.
Tras de la película bullían en mi mente la multitud de agresiones
medioambientales que padecen las comarcas tarragoninas por vertidos, a
uno u otro rio, especialmente los de Ercros, antes Erkimia, en el rio
Ebro. De los hechos que se han podido constatar hasta ahora, (sobre
agresiones medio ambientales y humanas producidas por depredadores,
industriales capitalistas, no nucleares), no son muchos los que se
pueden comparar con los producidos en la industria de Ercros, en la
población de Flix, Provincia de Tarragona.
Un siglo vertiendo residuos venenosos al embalse junto al rio Ebro,
cuyas aguas se han venido usando para cultivar y beber, siendo su fauna
pesquera y sus productos consumidos por mucha gente. A principios del
2008, la Confederación Hidráulica del Ebro llegó a plantearse prohibir
la pesca del siluro y de la carpa porque contenían niveles de mercurio
excesivos. Sepamos también que el pescado que se encuentra en la zona
marítima que va de Tarragona a Valencia registra cantidades escandalosas
de mercurio, según informaciones que hemos podido conocer de diversos
estudios, como los que en su día efectuó la universidad Rovira i Virgili
de Tarragona, del que se desprendía que 14 especies, de las que
normalmente son consumidas, presentaban muestras considerables de
contaminación… Por otra parte Oceana, (buque medioambiental que
explora el Mediterráneo y que tiene su base en el Puerto de Sagunto),
según artículos de Actualidad Marítima del “Xornal Galicia” del
01-7-2011, tras de un largo litigio contra el Ministerio para acceder a
un informe del Instituto Español de Oceanografía que analiza los niveles
de contaminación del pescado, solicitó, a principios de ese año, la
adaptación inmediata de las fábricas de cloro (que utilizaban células de
mercurio), a las mejores técnicas que ya había disponibles. La
tecnología obsoleta que se sigue usando, tendría que haberse eliminado y
prohibido en el 2007, en función de la Directiva IPPC, y tras de un
periodo de once años de previsión para que se adaptaran sus respectivos
procesos de producción. Sin embargo el Gobierno español junto con las
comunidades autónomas afectadas, acordaron con la Asociación Nacional de
Electroquímica, alargar su “funcionamiento polutivo” hasta el 2020. (De
este modo se pasan por el forro las convenciones de Paris, de Oslo y
las ratificaciones y convenios posteriores celebrados por la OSPAR,
Convenio para la Protección del Medio Ambiente Marino del Atlántico
Norte Oriental, que España, como estado miembro, tiene firmado). Oceana
se opuso al acuerdo del Estado y las autonomías, y concretamente en
Catalunya, recurrió contra Aragonesas Industria y Energía S A (Vilaseca,
Tarragona); Ercros Industria S A (Flix Tarragona), e Hispavic Iberica S
L (Martorell, Barcelona).
En el Ebro “duermen” nada más y nada menos que 700.000 toneladas de
productos residuales tóxicos y radiactivos (metales pesados: mercurio,
níquel y arsénico, y radionucleidos: contaminación radiactiva. Las
700.000 toneladas se encuentran acumuladas mayormente a lo largo de
1.300 metros del embalse, pegado al rio Ebro. Por cierto, cuando se
habla de toneladas de vertidos venenosos acumulados, ya podemos asegurar
que nos están engañando, tal vez en un 100 o 200% menos de lo que en
realidad puede haber. Por ejemplo hasta el 2005, fuentes
administrativas centrales y autonómicas nos daban la cifra de 300.000
toneladas; más o menos amontonadas o esparramadas en el embalse al lado
del rio; entonces yo hice este mismo comentario, en cuanto a que, seguro
que sería el doble de esas trescientas mil toneladas que nos apuntaban.
Acerté, lo que no tiene merito, porque lo que nos cuenta este “ganao”
siempre es así.
¿Cuánta gente puede haber enfermado y muerto a consecuencia de un
siglo de constante envenenamiento del rio Ebro? No existen cifras ni
datos; no se conoce ni un solo estudio serio, al respecto que se haya
hecho público, ni datos comparativos en base a otras provincias sobre
enfermedades graves, cancerígenas o de otro tipo. Existe algún estudio a
nivel estatal, del Instituto de Salud Carlos III de Madrid, (que nos lo
muestra Oceana) donde se reconocen altos niveles de mercurio en sangre
en la gente del Estado español, superiores a los de otros países. De
Tarragona solo sabemos de aquello que no pudieron seguir tapando: del
peligroso lodo descubierto, así como de los miles de peces que, el 24 de
diciembre del 2001, aparecieron muertos en el río en las proximidades
de la planta nuclear de Ascó, por un vertido de mercurio de la planta de
Ercros. Un vertido que no fue controlado por la empresa (¡o sí!, vete
tu a saber), ni por las distintas autoridades administrativas de aguas,
medio ambientales e hidrográficas. Simplemente se trato de ocultar a los
medios y a la población de las comarcas afectadas.
A día de hoy, tras más de 20 años en que Greenpeace denunciara la
gravedad de los vertidos que se vaciaban al Ebro y de los 12 años en que
se vieron obligados a reconocer el pastelazo de mierda que tenían
escondido en este; seguimos pendientes de que comiencen a sacar ese
magno y peligrosísimo explosivo medioambiental, depositado y engordado a
lo largo de más de cien años en que fue instalada esta industria y sin
que nadie hasta ahora haya relacionado, oficialmente, con problemas de
salud y muertes en toda la zona en que afecta. Desgraciadamente eso ha
podido pasar porque había de por medio intereses de muchísima gente que
vivía del rio y aún vive, y se les planteaban “insalvables”
contradicciones.
Que el agua del Ebro, con esa guarnición de residuos industriales, ha
debido provocar multitud de enfermedades y muertes, lo sospecha gran
parte de la ciudadanía. No es casualidad que tengan que reconocer la
peligrosidad que conlleva la extracción del veneno, para lo cual estén
instalando la tecnología más avanzada; que se encuentren presentes en la
operación expertos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y
que estén levantando un muro de acero en el fondo del embalse para que
durante el removimiento de la extracción no se escapen residuos.
Podemos, pues, imaginarnos la cantidad de toneladas que han debido
escaparse a lo largo de tantos años, sobre todo en crecidas del rio. El
mismo Gobierno Central, en un lapsus de acaloramiento en sus rifirrafes
con el de la Generalitat, aseguró que existían más tramos del rio
contaminados de residuos.
Sea como quiera y por los motivos que sea, el asunto sigue sin
resolverse y lentísimo. Y aunque el Ministerio de Agricultura y
Medioambiente viene diciendo que pretende iniciar pronto la retirada de
los lodos, por otro lado, se oponen la Generalitat y administraciones
locales exigiendo primero el funcionamiento de vías alternativas de
abastecimiento de agua antes de comenzar, para en caso de que pudieran
producirse problemas de contaminación de esta, durante la operación de
extracción.
Y en todo este desaguisado, nos encontramos con que, ningún
responsable de Ercros, aún no ha pagado ni si quiera las mini multas y
mini condenas carcelarias que la Audiencia Provincial les dictó en el
2003; como siempre a base de dilaciones y utilizando recursos
judiciales. Alegan, con la cara más dura que el cemento, que no
depositan lodos en el rio desde 1988, convencidos de la “dificultad” que
tienen los peritos para ofrecer datos concretos al respecto. Sin
embargo; aquellos miles de peces que no nos pudieron esconder, (como
seguro que nos escondieron muchas veces) ¿Qué hacían panza arriba sobre
el agua? Casualmente la empresa se encontraba con una “parada” y,
también en esas fechas de los peces muertos, a raíz de verse obligados a
dar explicaciones desde diversos organismos de control del agua, se
detectó la presencia de mercurio en la red de abastecimiento para beber.
Y a principios de 2004, según la Revista ambientum, la dirección
de Ercros reconocía que no podría paralizar los vertidos de Mercurio
hasta el 2020. Justamente esta fecha coincide con lo que acuerda el
“trio” (Gobierno, Autonomías y Electroquímicas) a mediados del 2011. Lo
que denuncia Oceana.
En febrero del 2002, la Asociación Cívica Rescat, con la inestimable
ayuda de Jaume Morrón, (portavoz de WISENIRS y componente de Acción
Ecologista), efectuó una campaña de denuncia pública de la permisión
administrativa, frente a las tropelías de Ercros, por medio de charlas
con diapositivas y 5.000 revistas de Rescat, que fueron repartidas, en
las que se denunciaban los hecho. En octubre del 2005, por este mismo
medio, volvíamos a recordar que habían transcurrido cuatro años, sin que
se vieran prisas por sacar el veneno del rio. No obstante su
irresponsable actitud no era una sorpresa para nosotros; para la empresa
perder tiempo y dinero resolviendo problemas que perjudican a otros,
por su culpa, no es competitivo. El capitalismo funciona para ganar
dinero y contra más mejor. No está para perderlo y entretenerse con
“gilipolleces” medioambientales.
Es por eso que, en un delito medio ambiental y humano de magna
dimensión, suele resultar que, quienes lo han cometido no cumplan
ninguna condena de cárcel, ni paguen multa económica alguna. Justo lo
que está pasando con los dueños y responsables profesionales de Ercros,
que ni han pagado, ni piensan pagar un chavo por los costos de limpieza
de los lodos vertidos al rio; teniéndose que sufragar, como de
costumbre, con dinero público. Envenenar los ríos y su fauna les sale
barato. Como muestra un botón: Repsol por contaminar el rio Francolí,
(que pasa por al lado de su instalación en Tarragona) hace cuatro días,
pagó una multa equivalente a lo que debieron costar los caramelos de la
cabalgata de Reyes.
En este cúmulo de agresiones medioambientales, en Tarragona, se ha de
refrescar la memoria para que no se nos olvide que la química (además
de las miles de toneladas de CO2, y de otros gases todavía más nocivos
que emite a la atmósfera) vomita diariamente al mar, a través de
diversos emisarios de esta industria, residuos peligrosos de todo tipo
que nadie controla. En este sentido, en más de una ocasión, hemos pedido
explicaciones para que nos diga donde están vertidos los residuos de
Aiscondel, ya que esta empresa utiliza la misma tecnología que Ercros
para la producción de Cloro. Seguirán sin respondernos; pero de sobra
sabemos que van a parar al mar.
Como en otros casos, Acción Civil, la película que cito al principio
se desarrolla en base a la denuncia por los daños ocasionados, la
celebración de juicio, la petición de indemnización económica y de
descontaminación de los terrenos afectados, etc. Pero en el juicio se
muestra la influencia de las empresas, la corrupción del juez y del
Jurado; en fin, una vez más la gente del pueblo, con su humildad y
sencillez, se enfrenta con quienes les infligen las desgracias y
sufrimientos; esto es, con los magnates que no muestran escrúpulos, ni
resentimientos, por el daño producido mientras se enriquecen.
18-01-2013
José Estrada Cruz